Me saco el sombrero por Diego Lizama, profesor de Educación Física del Colegio Vicente Valdés, por ir más allá para mantener a sus alumnos en movimiento
Nombre completo: Diego Ignacio Lizama Mandiola
Cumpleaño: 9 de marzo 1987
Cargo: Profesor de Educación Física Vicente Valdés
Apodo: Dieguito
Música favorita: rock
Película favorita: Star Wars
Hobbie: DJ y computación
Comida: arroz con huevo y tomate
Sueño para 2021: salir de pandemia
“Era súper desordenado, hasta que llegué a enseñanza media y me centré. Ahí también encontré mi vocación de profesor”. Así relata Diego Lizama, docente de Educación Física, su paso por otro colegio CEAS, el Liceo Alberto Hurtado, donde fue estudiante de I a IV medio.
Diego es profesor de educación física del Colegio Vicente Valdés desde 2011. En ese establecimiento de La Florida, se ha destacado por buscar la forma de realizar sus clases en espacios muy reducidos desde el inicio de la pandemia, de modo que todos sus estudiantes tengan la posibilidad de participar pese a las cuarentenas.
“La clase es con niños en sus piezas o en departamento, por eso está pensada para realizarse en espacios de 1,5 metros X 1,5 metros, para que podamos llegar a todos. Parece imposible pero no lo es: hemos hecho hasta hockey, volleyball, pelotas con globos forrados, ¡nos ingeniamos!”, destaca.
Es que Diego tiene un enorme compromiso con su labor educativa y una gran vocación de servicio. Prueba de ello, es que siempre está ayudando a los demás, participando y apoyando en las distintas actividades que se realizan en el colegio. De hecho, es conocido como el DJ oficial de las actividades del Vicente Valdés.
Apasionado por la computación, Dieguito – como le dicen sus colegas – ofició de ayudante en la implementación de la sala de computación de su colegio cuando estaba en enseñanza media, instancia donde descubrió que le apasionaba la pedagogía. “Me pidieron ayuda para enseñar a usar internet a mis compañeros y a usar los computadores, ahí me di cuenta que tenía la llegada y don de comunicación”, asegura.
Antes de desempeñarse en el aula, el docente tuvo un paso por los campamentos mineros del norte, donde ayudaba a los trabajadores a mantenerse activos en turnos 7×7. “La pandemia no fue mi primera experiencia de confinamiento, y pasar por minería me ayudó a tolerar mejor los encierros y a valorar la actividad física en este contexto”, señala.
En ese sentido, destaca que si hay algo positivo de la cuarentena, es que muchos estudiantes están valorando la actividad física y el deporte como nunca antes, pues han podido constatar que es algo necesario para mantenerse saludables y de buen ánimo.
“Que nos hayan restringido la movilidad nos ha generado más deseo de movernos, no apreciamos lo que tenemos hasta que lo perdemos”, finaliza.
Nos sacamos el sombrero por Diego Lizama, un comprometido profesor que siempre va más allá por el desarrollo y bienestar de sus estudiantes y de la comunidad.